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Josh Allen no sólo destronó a Lamar Jackson como el Jugador Más Valioso de la NFL la temporada anterior. También le arrebató sus sueños de postemporada con un agónico triunfo en la ronda divisional.
Pero, al igual que los otros dos jugadores que han ganado un premio al MVP con el uniforme de los Bills, Allen terminó sin un anillo de Super Bowl. Es la historia de una franquicia que ha aprendido a vivir con el corazón roto.
La esperanza, sin embargo, está más viva que nunca. Esta temporada, los Bills inician como favoritos en las casas de apuestas para ganar el Super Bowl LX (+600) y todo se debe, en gran medida, a Allen y al segundo ataque más prolífico de la NFL la campaña anterior, en camino a su sexto título consecutivo de la División Este de la AFC.
Sólo hay un pequeño detalle. Los apostadores dan a Jackson y a los Ravens esas mismas probabilidades para coronarse el próximo febrero en Santa Clara, California. Y el optimismo está justificado.
Baltimore fue el tercer ataque con más puntos anotados, la novena defensiva en puntos recibidos y tiene al menos 10 triunfos en cinco de las seis temporadas con Jackson en los controles, incluidos tres títulos consecutivos del Norte de la AFC.
Pero eso no fue suficiente en la derrota ante Buffalo por 27-25 en la ronda divisional, cuando Mark Andrews no pudo controlar un pase de Jackson para la conversión de dos puntos que habría empatado el marcador a menos de 1:30 del final.
Ahora, Jackson debe sacudirse el estigma de los fracasos en postemporada, una marca de 3-5 que incluye dos derrotas ante Buffalo, ambas en casa de los Bills. Tal vez lo único que necesita es un cambio de escenario, y para que eso suceda, el encuentro del domingo por la noche es crucial.