Una huella ominosa de los tiempos de la democracia es el elevadísimo registro de ataques y amenazas a la libertad de expresión, lo cual indica degradación de la vida política. El silenciamiento directo o indirecto de la prensa ha formado parte del envilecimiento del ecosistema de corrupción en escándalos icónicos de defraudaciones millonarias de García Luna en los sexenios de Calderón y Peña, y ahora de las redes políticas del “Cártel del chapopote” con el huachicol.
La corrupción es la principal fuente de amenaza para informar en un país en que el control del mensajero se normaliza fácilmente por la historia de viejas prácticas del modelo de negocio; y ahora, además, por envolverse en la violencia generalizada del narco “todopoderoso” que transversalmente afecta, de una u otra manera, a casi todos. Hoy pisamos terrenos mucho más amplios de libertad que en el antiguo régimen priista, pero en la democracia se han diversificado los agentes corruptores y su imprescindible servicio a las campañas políticas.
México no es un lugar seguro para el periodismo, está entre los 10 más peligrosos del mundo. El deterioro de la libertad de expresión en la era de la democracia sigue la misma trayectoria que las espirales de violencia criminal, junto con el ascenso de grupos de poder y empresarios cuya base son negocios ilegales con que tocan la puerta de la política. Es lo que ahora quiere probar la UIF sobre el destino de los recursos defraudados por García Luna al Estado mexicano en operaciones de lavado de dinero que habrían servido para aceitar campañas; o también de denuncias sobre la entrada de dinero del huachicol a candidaturas de Morena en varios estados del país los últimos años.
La democracia no ha sido un lugar más seguro para la prensa. En la última semana, un referente periodístico sobre temas de narcotráfico, corrupción política y crimen organizado como el semanario Zeta ha recibido amenazas en el primer estado en vivir la alternancia política hace 30 años; y que nunca ha dejado de estar bajo fuego con situaciones dramáticas como el asesinato de su fundador, Jesús Blancornelas, a manos del crimen debido a sus denuncias. Su codirectora, Adela Navarro, acusa haber recibido en menos de un mes más de ocho llamadas telefónicas al medio con la advertencia de “que se cuide”. El acoso, como ha indicado, comenzó con la publicación de un reportaje sobre el ocultamiento de una narcofosa y presuntos vínculos de corrupción del gobierno estatal. A ese caso se ha atribuido, entre otras versiones, la revocación de la visa estadunidense a la gobernadora, María del Pilar Ávila, y a su esposo, Carlos Torres; también señalado en la integración de las redes de huachicol de esa nueva casta que, como él, se adhirió a Morena a partir de 2019.
No es el único caso reciente de ataques a la prensa posiblemente relacionados con el “Cártel del chapopote”. En Tamaulipas, el columnista de El Universal, Héctor de Mauleón, denunció haber sido censurado por la orden del Tribunal Electoral local de retirar un artículo suyo y prohibir futuras publicaciones sobre corrupción en la entidad. El trabajo periodístico exhibe los nexos del boyante negocio del huachicol, que ha servido al crimen para diversificar sus ingresos en una compleja red de corrupción aduanera, que presuntamente habría sido encubierta por exfuncionarios del gobierno federal anterior y silenciada por instancias judiciales locales.
Tamaulipas está en el ranking de los más mortíferos para la prensa con 22 periodistas asesinados en este siglo; y mientras tanto, en los últimos años ha prosperado el negocio del contrabando de combustible al calor de una nueva clase empresarial como la que representó el Rey del Huachicol, Sergio Carmona, asesinado en 2021, y a quien se atribuye financiar campañas de candidatos morenistas. Una historia que recuerda las complejas redes de negocio y la diversificación de ingresos vinculados al poder político en la era de Putin en Rusia.
La historia de la alternancia indica que la democracia no es igual a libertad de expresión, y que una puede prescindir de la otra, sobre todo cuando es penetrada por nuevos grupos políticos violentos, autoritarios y ligados a fortunas amasadas en el crimen, pero considerados imprescindibles políticamente para ganar elecciones.