México 2026, la oportunidad que no podemos perder

Irene Muñoz.

En menos de un año, México se subirá al mayor escenario turístico y mediático del planeta, la Copa Mundial FIFA 2026. Éste no será un torneo más, será el evento más visto de la historia, con millones de viajeros, audiencias globales y patrocinadores atentos a cada detalle. Por primera vez, compartiremos sede con Estados Unidos y Canadá, pero tenemos un privilegio simbólico, el Estadio Azteca (Banorte) inaugurará el Mundial, por lo que la mirada del mundo estará puesta aquí y esa mirada es tan poderosa como implacable, puede proyectarnos al siguiente nivel o exhibir nuestras debilidades.

Las cifras invitan al optimismo. Entre enero y abril de 2025, México recibió 15.6 millones de turistas internacionales y generó 13,311 millones de dólares en divisas, un crecimiento del 6.4% respecto al mismo periodo de 2024. El país avanza, pero el desafío hoy no es llenar hoteles, el reto es cómo lo hacemos, a qué precio y bajo qué condiciones. Contamos con casi 890 mil habitaciones registradas en 2023, eso es cierto, pero la realidad es desigual. Tenemos destinos con infraestructura de primer nivel que conviven con sedes que enfrentan problemas de conectividad, movilidad, servicios básicos y por supuesto, seguridad.

Pero es aquí en donde aparece el concepto que lo define todo: el legado. Un Mundial no se mide por goles ni ratings televisivos, sino por lo que deja cuando se apaga el último estadio. Para México, es la oportunidad de transformar destinos, modernizar aeropuertos, integrar transporte público, regenerar barrios, reposicionar rutas culturales y diversificar mercados turísticos. Para FIFA, el legado es igual de estratégico, su credibilidad depende de demostrar que el torneo no deja deudas ni “elefantes blancos”, sino crecimiento sostenible y sedes mejor preparadas para competir en el futuro.

La historia ofrece ejemplos claros. Barcelona 1992 transformó su frente marítimo y se convirtió en un referente turístico global. Londres 2012 planificó desde la candidatura su Parque Olímpico y se convirtió en un gran motor urbano. En cambio, Atenas 2004 heredó estadios vacíos y deuda pública, Río 2016 dejó promesas incumplidas y sedes abandonadas, y Sudáfrica 2010 construyó estadios espectaculares que hoy son costosos de mantener. Por el contrario, Qatar 2022 apostó por visados flexibles, conectividad y reposicionamiento de marca, logrando en 2023 un repunte histórico de llegadas turísticas.

México está en un punto crítico. Tenemos aeropuertos al límite, el AICM opera casi a máxima capacidad incluso tras ampliar su horario de operaciones,  sistemas de transporte fragmentados, tensiones sociales por la vivienda turística,  y retos de seguridad que no pueden maquillarse con slogans. Si llegamos a 2026 con improvisación y campañas vistosas, podremos lograr un verano de récords, pero estos serán seguidos años de desgaste reputacional.

Sin embargo, hay otro camino. El Mundial puede ser el detonante para una transformación profunda si profesionalizamos la gestión de destinos con Organización de Gestiones de Destinos reales (DMO´s), métricas claras y visión a largo plazo. De igual forma debemos ordenar el alojamiento alternativo, protegiendo a los residentes y equilibrando barrios; y debemos generar una diversificación de mercados más allá de EE.UU. y Canadá, atrayendo turistas de Asia y Europa.

También es de absoluta relevancia invertir en infraestructura con legado, señalética multilingüe, transporte limpio, corredores peatonales, políticas ambientales y espacios públicos revitalizados.

El Mundial 2026 no nos hará grandes por sí solo, acelerará lo que ya somos, sea esto bueno o malo. Si hay planeación, gobernanza y estrategia, México puede consolidarse como un país con potencia turística y reposicionar su imagen global. Si improvisamos, la mayor vitrina internacional se convertirá en un espejo incómodo.

La cuenta regresiva ya comenzó. Los ojos del mundo están ya sobre nosotros y el partido más importante no se jugará en la cancha, sino después del silbatazo final. Ganar o perder dependerá de las decisiones que tomemos hoy.

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