La Ciudad de México atesora decenas de establecimientos llenos de historia, pero pocas experiencias evocan tanto nostalgia como disfrutar un helado en una heladería centenaria.
Estas neverías no solo ofrecen sabores deliciosos, también son refugios culturales que han visto pasar generaciones, celebridades y grandes cambios sociales. Conoce cuáles son las heladerías más antiguas de la CDMX.
Heladerías antiguas en la CDMX
Comenzó en 1921 como un carretón en la calle París, vendiendo únicamente vainilla y limón. Su fundador, Domingo Lozada Torres, importó técnicas italianas y adaptó sabores al gusto capitalino; pronto se instalaron en la calle París (hoy Insurgentes Centro).
Continuó en manos de su familia por cuatro generaciones y actualmente está ubicada en Insurgentes Centro 117-B, Col. San Rafael, Cuauhtémoc. No te puedes perder su helado de vainilla con vaina natural, nieves flotantes, “ahogado” especial y más de 48 sabores de temporada.
En 1926, Pedro González y su esposa Zenobia iniciaron en un puesto del Mercado de La Paz; luego pasaron al Mercado Tránsito Becerra y finalmente al local actual en Héroes de 1810 21, Tacubaya, Miguel Hidalgo.
Tienen más de 125 sabores, desde clásicos como crema de limón y mamey, hasta exóticos como chicharrón, camarón y pico de gallo; recetas cien por ciento naturales con proceso artesanal en barriles de madera. Era visitada por Pedro Infante, Lola Beltrán, Jacobo Zabludovsky y otros, lleva casi un siglo siendo un punto de referencia.
Los primos Ponciano y Luciano Robles comenzaron con un puesto de frutas y nieves, que en 1930 abrió puertas como Helados Siberia. Actualmente, se encuentra en Av. Miguel Hidalgo 6, San Lucas, Coyoacán.
Famosa por su ambiente familiar, ofrece sabores tradicionales como vainilla y chocolate, además de postres regionales; conserva esa atmósfera clásica pese a las remodelaciones.
Pietro Chiandoni, italiano y ex-boxeador conocido como “el Señor de las Nieves”, fundó la marca en 1939 y se mudó en 1957 al local actual en la calle de Pensilvania 255, Col. Nápoles, Benito Juárez.
Cuentan con sabores clásicos como el helado de cajeta, elote, naranja, vainilla, mandarina, ron con pasas, cremas italianas, hot fudge sundae; recetas intactas desde los años 50, y el local conserva mobiliario original. Hoy cuentan con muchos otros puntos de venta.
En 1946, Carlos Galindo, inspirado por sabores de su infancia en Guadalajara, abre una fuente de sodas y helados; su esposa María Luisa preparaba las mermeladas y nieves. Tiene sabores icónicos como el de mamey (reconocido por Taste Atlas), pistache, chocolate, zapote; con ambiente retro que transporta al pasado.
La primera sucursal estaba ubicada en Fernando Montes de Oca 89 esquina Mazatlán (Condesa), ahora también hay sucursales en puntos como el Bosque de Chapultepec.
Fue creada en 1922 por una familia de migrantes friulanos, en una casona porfiriana en la Col. Roma. El local original cerró, pero se anunció una próxima reapertura en nueva sede.
Las especialidades son las nieves acompañadas de fruta, yogurt, chocolate, banana split y más, en un ambiente vintage con rocola y café.
Las heladerías de antaño han enfrentado la modernidad de distintas maneras, todas mantienen la dirección dentro de la familia fundadora (hasta 4 generaciones, en algunos casos como La Especial de París). Conservan mobiliario clásico, decoración original y máquinas vintage, creando una atmósfera nostálgica.
Aunque muchas aceptan delivery o están en redes sociales, priorizan su producción artesanal y atención personalizada; por ejemplo, Mi Juanita conserva la preparación en barril tradicional. Roxy ha expandido, pero sin perder su estilo retro; La Bella Italia pretende regresar con la misma identidad.
Estas heladerías centenarias representan algo más que un antojo, son iconos gastronómicos que guardan memorias familiares, sabores auténticos y momentos compartidos. Anímate a recorrerlas y sumérgete en un viaje sensorial y emocional que solo estas joyas de la CDMX ofrecen.
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