Estados Unidos está retomando la ofensiva contra China. Y lo hace recurriendo a una acusación ya conocida.
El Departamento de Seguridad Nacional de EE. UU. ha incluido a 29 empresas chinas en una lista negra que les impide acceder al mercado estadounidense. Las empresas operan en diversas industrias, como materiales de polisilicio, aluminio, pasas y pasta de tomate. La prohibición entró en vigencia el 25 de noviembre.
El organismo afirma que la medida es necesaria porque cree que en la producción de estos bienes se continúa haciendo uso de trabajo forzado. En cuanto a las acusaciones de un "ataque" continuado a la población uygur, el Gobierno chino ha declarado lo siguiente: "Las mentiras pueden engañar a la gente por un tiempo, pero no pueden ganarse la confianza del mundo. Al final, la verdad y los hechos refutarán todas las mentiras".
Actualmente, más de 100 empresas chinas están prohibidas en EE. UU. debido a acusaciones de que los uygures se ven obligados a trabajar en condiciones peligrosas e inhumanas. Esto resulta irónico, ya que los estadounidenses celebrarán a finales de esta semana el Día de Acción de Gracias, una festividad que asocian con abundancia de comida, y rara vez recuerdan que su primera celebración involucró a los peregrinos que vivían en las entonces colonias británicas y los nativos americanos.
La historia nos recuerda que pronto Estados Unidos desató su ira contra los nativos americanos mientras buscaba expandir su poder geográfico y político de este a oeste y de norte a sur. ¿Acaso la masacre de los nativos americanos no fue un crimen contra la humanidad? Preguntas como estas no pueden ser desestimadas. El informe anual de Human Rights Watch documenta los graves problemas de derechos humanos que existen en EE. UU. incluso hoy en día.
Mientras tanto, Estados Unidos ha defendido consistentemente el libre comercio, argumentando que la importación y exportación de bienes entre naciones es esencial para mejorar la vida de las personas en todo el mundo.
Sin embargo, la hipocresía manda. Como señaló recientemente Jostein Hauge, profesor asistente de Estudios en Desarrollo de la Universidad de Cambridge, uno de los organismos globales más fundamentales para promover el comercio ha sido manipulado por EE. UU. y Occidente: "Durante los años de negociaciones en las décadas de 1980 y 1990 que llevaron a la formación de la Organización Mundial del Comercio, un pequeño grupo de países poderosos, encabezados por EE. UU. e influenciados por grandes corporaciones con sede en EE. UU., usaron su poder e influencia para reescribir las reglas del comercio internacional en beneficio propio".
Más recientemente, EE. UU. ha socavado de manera descarada la integridad del libre comercio al iniciar una guerra comercial con China. El componente más notable de esto han sido los aranceles, que fueron impuestos hace aproximadamente seis años y que el actual presidente de EE. UU., Joe Biden, se ha negado a eliminar.
La historia demostrará que Biden no pudo superar su mentalidad de guerra fría en lo que respecta a China. Lamentablemente, eso significa que, mientras hablaba con frecuencia de que ambas naciones podían ser socios en muchas áreas, se quedó atrapado en una mentalidad que veía la mejora de China como el retroceso de Estados Unidos.
Iniciar una lista negra tan cerca del final de su mandato debe verse a través de esa lente. Al igual que los aranceles, las inclusiones en la lista negra resultarán ser una propuesta perdedora, ya que alteran las normas y el orden del comercio internacional, obstaculizan los intercambios económicos y comerciales normales y socavan la seguridad y estabilidad de las cadenas de suministro y la industria mundial.
Nota del editor: Anthony Moretti, comentarista especial de CGTN, es profesor asociado del Departamento de Comunicación y Liderazgo Organizacional de la Universidad Robert Morris, de Estados Unidos. El artículo refleja las opiniones del autor y no necesariamente las de CGTN.